Holaaaa:
Sí, ya sé que suena presuntuoso y que parece que lo escribo para invitaros a que leáis toda la entrada llevados por la curiosidad. Pero, creedme, esta pieza que os presento hoy es de museo. No sólo por la época, mediados del siglo XVIII, por su rareza, pues son escasísimos los ejemplares que nos han llegado como éste, si no, además, por su belleza.
Aunque sobraría una introducción sobre este cotidiano útil casero, sirva como curiosidad mencionaros que las tijeras ya se usaban en la Edad del Bronce. Más tarde, egipcios, griegos y romanos las tenían como algo normal para cortar pieles, podar, y cortar el pelo, entre otras cosas. Los materiales utilizados en estas primeras culturas eran el hierro y el bronce, y es, a partir del siglo XV cuando se empieza a usar el acero en su elaboración, lo que permitirá fabricar tijeras más cortantes, ligeras y estilizadas. Posteriormente, en los siglos XVI y XVII, los artesanos comenzarán a dotar de adornos y decoración las destinadas a personajes importantes, grabando incluso el nombre de su propietario, el año en el que fue fabricada y dónde.
En España, como muchos ya sabéis, el gran centro de producción de navajas y tijeras estuvo en Albacete. Centrándonos en estas últimas, allí se empiezan a fabricar a finales del siglo XVI. En palabras sacadas del la web del museo de la navaja y las tijeras de Albacete:
«En muchas de estas largas y estrechas tijeras de escribanía se grabaron leyendas, el nombre del artesano, el año de elaboración y, a veces, el nombre y oficio o dignidad de la persona que realizaba el encargo del trabajo. Tales datos, fundamentales para su estudio, han permitido concluir que la mayoría de estas tijeras se obraron en Chinchilla y Albacete.En su decoración se empleaban cenefas con motivos florales, plumas, pájaros, grandes hojas y ondas grabadas en las cuchillas.La ornamentación de los diferentes elementos –cuchillas, escudete, brazos y anillos- las convertían en pequeñas obras de arte.»
Y es a una de estas piezas únicas a la que dedico la entrada de hoy. Después de dedicarles un exhaustivo estudio, he conseguido más o menos interpretar las inscripciones que tiene, que no son pocas. Eso sí, la satisfacción que produce saber a quién pertenecieron, compensa cualquier inicial desánimo.
En una de sus cuchillas pone textualmente: «Soy de Don Manuel de Pantaleón Albendia Castellanos«, mientras en la otra viene el lugar y fecha : «En Albazete Munera Año de 174-«
Como veis, Albacete viene escrito con la letra zeta, y justo el último dígito de la fecha no se alcanza a ver. ¿Es una pieza digna de un museo o no? Reconocedme que ha merecido la pena llegar hasta aquí.
Bueno, por hoy os dejo descansar. Estaría bien que de vez en cuando me fuerais criticando el blog, a ser posible de manera constructiva, y me dierais vuestra opinión de qué contenidos preferís, porque algunos me decís por WhatsApp que os gusta más cuando os cuento mi vida que la vida de las piezas que tengo, je, je, je…
Hasta la próximaaaa¡¡¡¡